LAS DEMANDAS COLECTIVAS EN EL CICLO DE LA HISTORIA.

LAS DEMANDAS COLECTIVAS EN EL CICLO DE LA HISTORIA.

Las recientes movilizaciones llevadas a cabo por un importante sector de la ciudadanía dejan al descubierto, sin lugar a dudas, un alto nivel de insatisfacción frente a la actual situación vivida por nuestro país. Ahora, cabe preguntarse, ¿cuál es el verdadero origen de dicha insatisfacción? ¿A qué responden todas estas manifestaciones? ¿A un auténtico deber cívico de reclamar derechos largamente conculcados o a un mero afán de seguir ciertas modas ideológicas?

Las recientes movilizaciones presentan, en algunas de sus dimensiones, algunos aspectos poco ortodoxos, que desafían muchas leyes históricas. Si es verdad que la historia es cíclica, nos encontramos aquí ante un conflicto que involucra prioridades y nociones axiológicas que muchas veces comprometen el verdadero sentido de las demandas colectivas.

Sin embargo, esta desorientación colectiva, cada vez más característica en nuestra sociedad postmoderna, no obedece a un nuevo fenómeno social. Por el contrario: tiene un correlato de existencia perfectamente rastreable en la historia de la humanidad. En su momento, los grandes pensadores occidentales (Ortega y Gasset, J. Ingenieros, Spengler) ya daban cuenta de esta ridícula y a la vez lamentable desorientación existente en la gran masa colectiva.

Cada uno de estos pensadores, a su manera, poseía una visión clara de cómo el tejido social se ve desgastado ante la falta de ideales claros, propios del fracaso de una dualidad ideológica, cuyos extremos raidos van carcomiendo poco a poco al hombre moderno en su afán de realización. Hasta el punto de volverlo un sujeto anómico, que al no tener una escala de valores clara, es un simple juguete de la moda. Por tal razón, el “hombre-masa” acaba confundiendo metas con fines e ignorando cuáles son sus verdaderas necesidades.

El hombre moderno ya no sabe cuál debiera ser el pináculo de su nivel aspiracional. Por eso, cuando el liberalismo, en sus vertientes utilitaristas y mercantilistas, ya no satisface plenamente sus necesidades de reconocimiento e integración, se ve en la obligación de reinventar nuevos valores (o poner un precio a todo lo tangible), con el fin de alcanzar el máximo placer posible, si es que ya no se puede hablar de valores ni de ideales.

Sin embargo, como ya dijimos, la historia es cíclica. Y las actuales manifestaciones a favor del matrimonio homosexual, de la legalización de la marihuana o la despenalización del aborto, conllevan una lógica hedonista que ya en el mayo del 68 traía consigo el germen de su desorientación. En palabras del filósofo italiano Adriano Romualdi, testigo crítico de aquellas desastrosas jornadas, “el problema de los obreros era el pan; el de otros era la droga”.

Sin embargo, la reflexión del pensador italiano también llamaba la atención sobre otro punto: ¿por qué sucedían estos hechos? Y la respuesta es: porque de la otra parte (“la derecha”) tampoco existía nada. La hegemonía cultural fue un factor siempre despreciado por quienes se oponían a las revoluciones del mayo francés. Solamente se ocuparon de efectuar una oposición enconada a este fenómeno de la modernidad, pero jamás se presentó un proyecto atrayente ni efectivo para enderezar el camino de aquella juventud.
Es de esperar que el ciclo de la historia desafíe ahora su propia lógica. Pero esta vez invirtiendo los “valores” que inoculan en el individuo una falsa idea del éxito y la falta de todo compromiso con su verdadera realidad.
ACCION PATRIA FAMILIA... QUE VIVA CHILE... QUE VIVAN LOS PATRIOTAS NACIONALISTAS...!!!!

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HUSARES DE LA PATRIA “Los defensores del pasado, constructores del presente y centinelas del futuro”